Somos más que el centro de nuestras relaciones: ¡somos el origen!

Tener la disposición a relacionarnos de manera consciente supone observarnos. Este es un trabajo que exige valentía y madurez, porque implica asumir que cada cosa que vemos en los demás (y que nos molesta) es algo que no nos hemos permitido reconocer como propio.

Por eso lo digo de nuevo (y lo repetiré las veces que sean necesarias): la razón de ser de todas nuestras relaciones es aprender a conocernos. Cuando la mirada interna se ciega necesitamos un espejo que nos enseñe cuáles son nuestras creencias limitantes. Si no, ¿de qué otro modo pudiéramos trabajarlas?

Los celos son más que un reflejo de nuestras inseguridades

En el catálogo de nuestro ego, los celos son uno de los sistemas de pensamiento más usados. Los celos son un deseo de que alguien sufra o la oportunidad de tener a quien culpar por nuestro propio dolor. ¡Queremos que alguien sea penalizado porque nosotros estamos sufriendo!

Cuando no podemos manipular al otro para que nos “dé amor” es cuando nace la posesión y comienza a operar el ciclo de los celos:

  1. El ego para calmar sus miedos busca controlar.
  2. Cuando siente que no puede controlar empieza a crear un sistema de pensamiento en el que pretende involucrar al otro.
  3. Proyecta en las acciones del otro nuestro dolor.

Entonces, ¿qué podemos hacer para “controlar” nuestros celos? Fortalecer la confianza en nosotros porque eso es lo que va a traer luz a nuestras inseguridades. La confianza en nosotros nos da la claridad de cuáles son nuestros espacios y los de los demás.

Nota mental: vamos a empezar a darnos aquello que les pedimos a los demás.

Nos hemos acostumbrado a crear guiones y no compromisos

Todos somos unos guionistas profesionales porque en nuestra mente estamos siempre construyendo historias y expectativas. El detalle está en que los guiones que nos hacemos no solo nos involucran a nosotros sino que también involucran a otras personas. Es por eso que lo que escribimos en nuestra mente nos condiciona hasta alejarnos de lo que está ocurriendo y de los demás.

Y en este juego de las anticipaciones y los juicios una de las principales víctimas son los compromisos.

El compromiso es nuestra conexión con una causa, un propósito, con una o varias personas, o un ideal con que vamos a tener una lealtad ofreciendo algo de nosotros (nuestro tiempo, nuestro talento, nuestra energía, nuestras emociones).

Siendo esto así, ¿por qué sentimos que los compromisos nos pesan? Porque pensamos que tenemos que cumplir con alguien más. En las relaciones el compromiso es con el amor, no con la otra persona y ese es un pacto de almas que se siente muy liviano. Por lo tanto, un compromiso con otra persona debe ser una consecuencia del compromiso que hemos hecho con el amor, no con nuestros discursos mentales.

Para limpiar la posibilidad de una desilusión y para quitarle la carga a los compromisos recordemos siempre que no es lo que está pasando, es un pensamiento, y los pensamientos los podemos cambiar.

La ira: otra emoción que nos distrae del amor

La ira es una de las emociones que más se repite cuando estamos proyectando, así como uno de los elementos que nos distrae de nuestra conexión con el amor. Es una emoción que, por mucho que nos esforcemos en negar o reprimir está ahí, latente, porque es la forma en la que el cuerpo nos dice que estamos poniendo afuera algo que es de nosotros y hay que sacarlo.

Cada vez que tenemos ira es porque estamos viendo un pensamiento encarnado en el otro.

¿Qué podemos hacer entonces con la ira? Si nuestro enojo no es muy grande, este protocolo de autorregulación puede ser muy útil:

  1. Entender que la ira tiene que ver con nosotros y no con el otro
  2. No alimentar el argumento de culpabilidad
  3. Movilizar esa energía: el miedo es denso y tiende a paralizarnos
  4. Asumir lo que sentimos sin enjuiciarnos
  5. Canalizar nuestra emoción de la manera más ecológica posible
  6. Buscar a alguien en quien confiemos (puede ser un terapeuta o un amigo) y hablarle de todo lo que sentimos
  7. Recordar que las razones que le hemos dado a la ira no son reales

En todo caso, es fundamental procurar las vías de expresar nuestra ira de manera saludable, sin cargar a otro con ese enojo. Nunca puede ser una opción es negarla, porque ahí crece y estalla.

GPS del Peregrinaje 2020

Muchas de las nociones a las que hago referencia aquí las he desarrollado más ampliamente en otros caminos, pero las etapas que mejor complementan estos conceptos son El Camino del silencio y El Camino de la respiración. ¡Sírvete de lo que necesites!

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