Más de uno hemos sentido alguna vez esa insatisfacción o la no retribución de afecto de alguien, y no me refiero solo a relaciones de pareja, sino con los hijos, padres, amistades…, en donde el amor se convierte más en un pedido que en una disposición a dar. Ese pedido se va volviendo una razón de malestar y muchas quejas.

Pero, ¿cómo podríamos identificar en nosotros lo anterior? ¡Muy sencillo! Si cuando pensamos en alguien, eso nos trae desilusión, tristeza y sensación de abandono, detrás de ese sentimiento hay una carencia afectiva nuestra, de la cual queremos que el otro pague la factura. Esas facturas pendientes o fantasmas, como me gusta llamarlos, los venimos arrastrando desde la infancia o de experiencias con parejas anteriores. En ese sentido, no importará lo mucho o poco que recibamos, nunca será suficiente mientras sigamos anclados a una idea errónea de lo que creemos significa amar.

El único amor que puede ser suficiente es el amor que nos damos, y hasta que no nos revisemos internamente y atendamos lo pendiente, seguiremos reflejando en nuestras relaciones del presente los miedos e inseguridades del pasado.

Cómo evitar que el amor se convierta en un reclamo

Para renunciar a cobrar viejas facturas y dejar de esperar lo que no va a ocurrir, revisemos qué nos pasa con lo mucho, poco o nada que estamos recibiendo, antes de revisar qué le pasa al otro. La dignidad de nuestros propios sentimientos debería ser nuestro límite para saber hasta dónde esperar.

Además, es fundamental:

-Entender que si tenemos que reclamar afecto, tal vez estamos pidiéndolo donde no lo vamos a recibir.
-Preguntarnos qué hacemos allí pidiendo algo, y atender nuestras necesidades. A veces, intentamos llenar los espacios vacíos con la atención y el afecto del otro, porque nuestro aprecio y valor propio es débil.
-Si en una puerta no nos abren, no nos quedemos allí. Aceptemos, y desde nuestro merecimiento y amor propio, sepamos pasar la página.
-Revisar los estadíos del dolor. Preguntémonos: ¿estoy pidiendo algo donde no me lo van a dar? ¿Estoy recibiendo algo pero no de la manera que quiero? ¿Qué hago aquí reclamando un amor que no me doy?
-Anotar todas las cosas que le reclamamos al otro o las angustias que sentimos por lo que no hemos recibido en la vida.

Aprende a dar y a recibir amor

La energía del amor es poderosa, pero para abrirnos y empezar a crear desde ella, debemos renunciar a las expectativas de lo que esperamos sea el otro, y animarnos a mirarnos por dentro para darnos eso que tanto pedimos a los demás.

El acto de amar a otra persona es recibirla tal cual es. Si hay equidad nos vamos a sentir como parte de una energía transformadora, ya que hemos dado y recibido. ¿Pero cómo podemos hacer de esto algo cotidiano?

  • Apreciando lo que el otro hace, en vez de exigir una forma específica de amor.
  • Teniendo claro que amarte no implica quedarme con lo que me gusta de ti y esperar que lo demás cambie.
  • Comunicando lo que sentimos, corroborando con el otro, que significa hacer preguntas, no reclamos.
  • Reconociendo que nuestras necesidades no son responsabilidad del otro sino nuestra; empezar a darnos más de aquello que pedimos.
  • Liberando de la exigencia a la otra persona.
  • Soltando la idea de que la tristeza, la insatisfacción y la sensación de abandono son parte de una relación.

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