De los hábitos que he tomado para mi vida está el de permanecer alerta a los pensamientos. Como dice Un Curso de Milagros: no hay pensamientos neutros. Todos tienen un impacto en nosotros y en el mundo que nos rodea.

Cuando no sabía lo que podía pasar, lo incierto me asustaba, especulaba, generalmente desde la preocupación, así que lo que me imaginaba no era el mejor desenlace. Ahora, cuando comienza a llegar la preocupación, porque se anuncia en el cuerpo con lo que siento, en lugar de salir corriendo a buscar soluciones, me pregunto: ¿dónde está mi pensamiento en este momento? Porque es allí, y no en la realidad, donde está la tensión.

A veces puedo elegir un mejor pensamiento, otras veces no. Pero por lo menos dejo de alimentar el drama que crea la mente, que quiere opinar de tanto sabiendo tan poco. ¿Qué puede saber de lo que va a suceder? Y como no lo sabe, inventa una épica que generalmente obra en mi contra. Los miedos no saben hacer otra cosa.

Esos pensamientos a veces los escribo o los digo en voz alta, otras se los cuento a alguien para que se ría conmigo, pero muevo esa energía de mí.

Aprendí a mirarme, no solo a mirar el mundo. Porque una cosa es lo que pasa y otra la que me pasa con eso. No siempre puedo hacer algo con lo que sucede, pero siempre puedo elegir cómo vivirlo.
Julio.

Reserva tu cupo para el segundo grupo:
Escuela de Inteligencia Espiritual

Inicia en octubre 2021