Las enfermedades

El estado natural de nuestros cuerpos (tanto del físico como del espiritual) es gozar de buena salud, pero el ego ―nuestra personalidad― es el primer obstáculo para vivir en equilibrio: son las resistencias las que generan dolor y daño físico, y a esto le llamaremos experiencias distorsionadas.

El origen de nuestros malestares no tiene nada que ver con un evento externo sino con cómo nosotros no estamos alineados con nuestro destino y el cuerpo es el responsable de hacérnoslo saber. De hecho, la mayoría de las enfermedades o los síntomas que anteceden a la enfermedad tienen que ver con evitar que cumplamos algo que sentimos propio.

Las enfermedades y nuestras actitudes

Dentro de las razones para que se manifieste una enfermedad, la repetición de emociones negativas juegan un papel importante. Cuando internamente nos negamos a flexibilizar nuestro pensamiento, la enfermedad o los síntomas se hacen presentes para mostrarnos lo que no hemos podido identificar y, generalmente, todo guarda relación con actitudes negativas o con negatividad en las emociones.

Por ejemplo: la culpa, la necesidad de sentirnos mirados o atendidos, la necesidad de salirnos de una situación y creer que no podemos, son el tipo de actitudes o emociones que generan y sostienen una enfermedad.

Empezar a aceptarnos y aceptar nuestras circunstancias va haciendo que el bloqueo de nuestra vida fluya y que todo empiece a moverse. Así, poco a poco crearemos experiencias físicas que sean reflejo de nuestro contacto con el alma.

Sobre las distorsiones de la salud también hay que tener en cuenta que:

  • Algunas enfermedades pueden tener su origen en nuestra predisposición respecto al entorno.
  • Nuestros genes están más determinados por cómo viven que por su carga hereditaria.
  • Las visiones de mundo también se heredan, no sólo lo relativo a la genética.
  • No todo tiene que ver con el pasado: nuestra manera de mirar la vida en el presente también es determinante.
  • El cuerpo no puede cambiar lo que en la causa no se modificó.
  • La aceptación es prácticamente la corrección que nos permitiría alinearnos con la experiencia del cuerpo.

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