Lo tenemos todo. No solo tenemos la capacidad de crear en nosotros lo que imaginamos, sino también manifestar lo que anhelamos. Se podría decir que, como humanidad, hemos dado muchos saltos en cuanto a evolución, pero uno de los más recientes e importantes es el que nos muestra nuevas posibilidades de crear nuestro propio mundo y ofrecer esta realización al mundo.
Manifestar con conciencia es un proceso que inicia cuando sentimos algo y luego empezamos a mostrarlo afuera. Pero, ¿cómo puede ayudarnos esto en nuestro día a día? En la medida que vayamos dejando en evidencia lo que sentimos propio y que lo proyectemos, estaremos cumpliendo con el propósito del alma.
- El alma siempre buscará que vivamos nuestra vida completamente.
- Debemos reconocer nuestro poder interno, ponernos en marcha por aquello que ha venido dando vueltas dentro de nosotros, pero que todavía no nos animamos a mostrar.
- Somos creativos porque tenemos la capacidad de crear en nosotros aquello que luego podremos crear por fuera.
Sentir, sostener y manifestar
Más allá de lo que nos vaya a pasar en el momento creativo o cuando ya estemos viviendo la experiencia creada, debemos entender que todo proceso comienza primero dentro de nosotros y desde allí es donde podremos desarrollar la fortaleza, la raíz que va a sostener todo lo que hagamos. En otras palabras, las opciones de nuestra vida se van determinando de acuerdo a lo que vamos sembrado en nosotros.
Teniendo esto claro, podemos empezar a hacer uso de la idea de instalar los pensamientos que queremos manifestar y vivir. Los pensamientos no solo se instalan cuando los pensamos, sino también cuando los sentimos, tanto para “bien” como para “mal”. Una vez que un pensamiento se instala, empezamos a crear situaciones en torno a este.
Y para mover energía que nos haga convocar situaciones favorables y, además, tener valentía durante el proceso, debemos hacernos cada vez más conscientes sobre nuestros pensamientos; elegir los que queremos manifestar y alimentarlos desde un lugar positivo, desde la gratitud o el disfrute.
Para recordar:
- Todo paso importante, comienza dentro de nosotros.
- Cuando instalamos pensamientos que no representan nuestra esencia o no son genuinos, es posible que empecemos a generar situaciones en donde no se nos valora o que nos lleven a esforzarnos de más para que los otros reconozcan nuestro valor.
- Es necesario descubrir el pensamiento que queremos sostener, reconociendo las emociones y sensaciones físicas que nos hace experimentar, hasta llegar a estar en paz.
- Cuando algo está instalado, luego comienza un proceso de movimiento espontáneo.
Me animo a hacer lo que se sienta en paz
La acción consciente se trata de hacer lo que podemos hacer, no lo que es impuesto, lo que nos dicen que debemos hacer o nos permitan. Y hay una forma de identificar que estamos haciendo lo que podemos: se siente en paz.
Solemos tener el prejuicio de que lo que podemos hacer en cada momento no alcanza, no es suficiente, pero eso no es más que el reflejo de nuestros miedos tratando de controlar. Si elegimos hacer lo que nos trae paz, llegaremos a la meta con menos enredos e insatisfacciones y cumpliremos con lo que el alma ha venido a mostrarnos.
Siempre habrá algo por hacer, no lo descartemos por ser muy poco o demasiado sencillo, simplemente centrémonos en lo que tenemos disponible en ese momento.
Soltar vs. entregar
Puede pasar que lleguemos a un punto en el que esas acciones que estuvimos realizando, eso que se sentía auténtico, ya no nos traiga paz. ¿Cómo hacer para que esto no se torne en algo que nos genere frustración?
Aquí es donde entra en juego la necesidad de que aprendamos a entregar aquello que ya no disfrutamos, que no quiere decir soltarlo. Soltamos lo que no queremos, un pensamiento que no deseamos sostener, por ejemplo. Pero entregamos cuando estamos conscientes de que hemos hecho todo lo que podíamos y que ya no podremos hacer nada más, y estamos en paz con ello.
Es fundamental que confiemos en el proceso de que si hemos hecho todo lo que estaba a nuestro alcance, la vida hará su parte. La mente siempre va a especular con: “podrías hacer más o…¡menos!” pero el alma confía, ya que sabe que el próximo paso no está en nuestras manos. Lo recoge de estas y lo lleva a donde tiene que ocurrir.
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