Este tema no solo aplica a mujeres que se sienten madres de su pareja, sino a todas aquellas personas que se consideran imprescindibles en una relación. En este tipo de relaciones codependientes, hay alguien que “salva” al que necesita ser salvado. Y el que necesita ser salvado, se queda en ese lugar cómodo donde la otra persona se responsabiliza de todo. Es una dinámica de dependencia mutua.

Esto suele calificarse como síndrome de Wendy, recordando al personaje de la historia de Peter Pan. Wendy es la dependiente relacional de Peter Pan, que no le permite crecer y madurar. Este síndrome se basa en la idea de querer satisfacer al otro, por miedo al rechazo o al abandono. Quienes lo padecen no son capaces de tomar las riendas de su propia vida, ya que se dedican a controlar la vida del otro. Les cuesta mucho dejar que sus seres queridos sean independientes.

Por otro lado, quienes ocupan el rol de Peter Pan necesitan que una Wendy les solucione todos sus problemas. Estos siempre buscan a alguien que los acompañe y son especialistas en pasar el problema al otro, porque saben que siempre estará allí para atender sus necesidades.

El primer paso para empezar a resolver esta codependencia es reconocer si estamos siendo parte de una dinámica de este tipo. Vamos a mirarnos y preguntarnos: ¿somos Wendy? ¿Somos Peter Pan? ¿Tenemos algo de eso en nuestras relaciones?

Cómo soltar el control dentro de nuestras relaciones

Quien se identifique con este papel de darlo todo por otra persona, puede empezar a salir de ese lugar, reconociendo su patrón y recuperando su valor.

  • Reconocer el patrón y empezar a tener autovaloración es fundamental para comenzar a hacerlo diferente. Será mucho más liberador que complicado.
  • Reconocer que se está actuando desde lo que la mente y las emociones dicen. Wendy cree que no sirve si no atiende, pero en realidad, cuando tratamos de servir tanto, solo terminamos agobiando a la otra persona y cansándonos.
  • Aprender a pedir, no solo a dar. En el caso de estar parados en el rol de Wendy, no conocemos el pedir ni tampoco estamos cómodos con recibir.
  • Dar a conocer que ahora diremos que no cuando así lo sintamos. Hay que traspasar esa etapa de incomodidad para generar el cambio.

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