La existencia de secretos, nos va privando de nuestra identidad. Y lo que hace que no sean revelados suele ser la vergüenza y el miedo. Puede ocurrir que algo no se diga por muchas generaciones; algo que se va volviendo costumbre con los años y, por más que nosotros lo sepamos, de alguna manera colaboramos para no ponerlo sobre la mesa.

¿Pero cuáles son las consecuencias de mantener un secreto? El secreto produce una tensión, y siempre va apareciendo, sobre todo, a través de las emociones y la intuición. El inconsciente lo guarda, pero siempre está buscando ponerlo afuera y aunque no lo hablemos, los síntomas aparecen, por ejemplo, en angustias que no sabemos de dónde vienen, pesadillas nocturnas u otros problemas en nuestros vínculos con los demás.

¿Cómo puedo animarme a hablar de aquello que no se habla?

Muchas de estas historias que se mantienen en secreto son fruto de un prejuicio. El primer paso para estar en paz con ellas es tomarse un momento para escucharnos, y con detenimiento identificar qué pasa en nosotros cuando mencionamos temas que por años y años han sido “prohibidos” en nuestro entorno: abuso sexual, parejas paralelas, abortos espontáneos o provocados, drogadicción, las mezclas entre personas de etnias distintas, color de piel, enfermedades…

Algo que nos ayudará para iniciar:

  • Tratar de identificar dónde estamos parados en relación a la biografía familiar: preguntemos sin cuestionar.
  • Comprender que eso que estamos recibiendo como información no es nuestro, es algo que nos ayuda a contextualizar, pero no nos pertenece ni debemos seguir siendo su cómplice.
  • Respetar el proceso: darle tiempo, no solo a que nos den la información que estamos buscando, sino también a digerirla. Muchas veces no estamos tan listos porque la hemos sufrido o porque forma parte de nuestro sistema de creencias.
  • Pedir la respuesta: si alguien no nos la quiere dar, hagámosle saber que nosotros lo necesitamos.
  • Expresar: a veces hemos sido nosotros los que alimentamos ese secreto. Empecemos a poner afuera eso que estamos guardando.

Cuando comenzamos a aceptar nuestros secretos y los de nuestra familia, nos sentimos en paz y ordenados, dejamos de luchar y vamos haciendo -de a poco- espacio para una energía más luminosa. Por eso, no dejemos de decir las verdades que hemos guardado, es liberador para todos. Y no solo nos enteramos de lo negativo, sino que también podemos recibir regalos de nuestra familia.

Si te gustaría seguir aprendiendo más y realizar meditaciones y ejercicios prácticos, te invito a seguir haciéndolo en nuestra Comunidad, donde encontrarás una serie de lecciones, clases y muchas más herramientas disponibles. Se trata de un espacio de membresía que he creado para apoyarte a conectar contigo mismo, con el fin de que descubras, de manera consciente e intencionada, tu propósito de vida y puedas vivir en un estado de bienestar integral. Puedes suscribirte a la Comunidad aquí.