Nacemos con la energía luminosa del amor. Todos tenemos la capacidad de amar, pero solemos complicar las relaciones de todo tipo por la culpa, que generalmente nace de un juicio personal; de algo que creímos hicimos “mal”. Cuando nos sentimos culpables nos detenemos, solemos dejar de hacer cosas y no sabemos de dónde viene esa vergüenza o incomodidad. ¡Hasta ese punto puede llegar nuestro nivel de ignorancia de nosotros mismos!
Culturalmente, creemos que si sentimos culpa vamos a poder borrar el error, solo hace que la herida sea más grande y el miedo al fracaso nos frene de hacer lo que anhelamos.
Nadie es “malo”o “bueno”, hacemos cosas que generan situaciones malas, pero detenernos en ello no ayuda en nada. Debemos dejar de calificarnos por las cosas que hemos hecho para elegir vivirlo diferente. Todo se convierte en algo a favor si así lo decidimos.
Animémonos a buscar profundo en nosotros y empecemos a revisar cómo fuimos, y cómo estamos siendo, para hacernos conscientes de cómo hacerlo mejor.
Cómo elegir hacerlo diferente a partir de ahora
Si seguimos ignorando lo que somos y sentimos, ¿cómo pretendemos que el otro no haga lo mismo? Una persona ignorante crea condiciones de vida que no son amables de compartir. Para comenzar a ser más compasivos con nosotros mismos y soltar la culpa, tomemos acción:
- Aprendamos a decir “lo siento”, “lo lamento”. Expresar lo que sentimos por la forma como lo hicimos y las verdaderas intenciones.
- Animémonos realmente a hacerlo diferente. Nos comprometemos a hacerlo diferente, primero con nosotros mismos, luego, tomar el compromiso con el otro.
- Busquemos ayuda si no sabemos cómo hacerlo mejor: un libro, terapeuta, alguien que ya vivió ese proceso… Debemos reconocer que necesitamos ayuda.
- Aceptemos que el error siempre estará presente, es parte del proceso.
En el camino de hacerlo diferente es probable que nos volvamos a equivocar, pero cada vez tendremos más consciencia para tomar distancia, elegir hacerlo mejor y comenzar de nuevo.
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