Muchas veces he defendido ideas que ni siquiera eran mías. ¡Cuánta energía gasté en eso! Lo curioso es que a medida que fui encontrando mis verdades, no me interesaba defenderlas. Encontrar mi verdad me permitió aceptar sin tanta resistencia que cada uno tiene la suya, y que lejos de querer convencer o defenderme, buscaba la manera de convivir mejor.

Viajar y compartir con gente tan diferente en costumbres, maneras de ver la vida e ideologías, me ayudó. Pero lo más importante fue la voluntad. Si no hubiera tenido la voluntad de acercarme, cualquier cosa hubiera sido suficiente para justificar mi confrontación o algún ataque. Tener razón no me hace mejor persona. En todo caso, lo logro cuando aprendo el respeto y la aceptación de esas diferencias.

Madurar implica ir cambiando nuestros puntos de vista a medida que vamos viendo más, aprendiendo más, conociendo lo nuevo. Nos vamos flexibilizando y suavizando nuestra mirada. Lo que no cambian son nuestros valores, ellos se van profundizando con los años.

Hoy me ocupo de interesarme por el otro sin medirlo por sus ideas. Entiendo que todos, de alguna manera, usamos las ideas más extremas para esconder nuestros miedos e inseguridades. Trato de ver su corazón y no tanto su mente, porque en la mente es más fácil encontrar desacuerdos. Y si no puedo conectar, al menos ofrezco respeto, porque también es una forma de respetarme.

Julio.

Prepárate para acompañar a otros en tiempos de aprendizaje

Segundo Grupo Escuela de Inteligencia Espiritual inicia en octubre 2021

¡Quedan pocos cupos disponibles para este programa de formación! Vamos a encontrar un significado más amplio de nuestra realidad para vivenciarla con mayor profundidad de la habitual.

Puedes escribir a [email protected] o visitar la página para conocer más.