En este tiempo de soluciones rápidas, queremos superar un dolor en tiempo récord y siempre habrá alguien en el camino que será cómplice de esa urgencia. Desde decirnos “no pasa nada”, a encontrar un terapeuta que crea, y nosotros le creamos, que en unos minutos podremos resolver lo que tanto nos preocupa.

Es cierto, alcanza un instante para darnos cuenta de lo que sucede. Allí no hay mayor demora. No hay mayor ciego que el que no quiere ver. Leemos un post, hojeamos un libro, o escuchamos algo que nos hace sentido y podemos entender mejor qué nos pasa o qué hacer. Pero eso no nos sana. Lo que sana es resolver, hacerlo diferente una y otra vez hasta que estemos en paz.

Por eso, hay situaciones que siguen doliendo. Las creímos superadas, pero sólo lo hicimos en nuestra mente, mientras el corazón sigue abierto y doliendo.

Trabajar sobre lo que nos duele requiere voluntad, honestidad y disposición a hacerlo diferente. Es en la acción donde la energía se transforma. Por eso siempre insistiré en detenerme menos en intelectualizar y poner más énfasis en la resolución, en la acción. Lo hago en mis libros, en la Comunidad, en la Escuela y en cada oportunidad que la vida me ponga. Lo hago conmigo y lo hago con los demás.

En el movimiento, los miedos no pueden quedarse de pie. Si nos movemos, la luz siempre aparece.
Julio.

¡Todos podemos desarrollar Inteligencia Espiritual!

Últimos cupos para el segundo grupo de la Escuela de Inteligencia Espiritual 2021-2022

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