En el mundo emocional suele haber asuntos pendientes que debemos atender. Puede que haya emociones que quizás no consideremos tan “graves” o que ni siquiera percibamos, pero llegan personas o situaciones que hacen que estas comiencen a cobrar fuerzas.

En cualquier caso, debemos aprender a estar atentos a esto, a darnos cuenta, para no dejar de percibir lo que nos duele. El dolor es parte de la experiencia humana. Ahora bien, si el dolor vuelve recurrentemente a nosotros o se profundiza, es porque todavía hay algo que molesta. Tal vez, hubo un trabajo a nivel superficial o ilusorio, por ejemplo, creyendo que sólo comprendiendo lo que nos pasó, eso se resuelve. Y aunque hay voluntad de que el dolor se vaya, no nos alcanza.

Pero no nos apresuremos, lo primero por hacer es revisar si hay algún dolor persistente, eso que nos enoja o nos molesta. Luego, es importante entender que todo lo que nos hayamos dado cuenta que tenemos que hacer, debemos comenzar a hacerlo e integrarlo, dejar de pelearnos con eso.

Claves para resolver lo que todavía me duele

La mejor forma de resolver algo es haciendo, animarnos a tomar acción en lo que tenemos pendiente. Generalmente, esto se nos dificulta porque pensamos que la solución es demasiado grande, pero en realidad, lo mejor es lo que podemos hacer hoy, lo que nos animemos. Nos demoramos porque queremos resolverlo todo de golpe.

Además, tengamos en cuenta que:

  • En muchos casos, podemos encontrar la resolución solos, pero en otros, quizás, necesitemos ayuda externa.
  • Si resuelvo hoy lo que pueda, mañana puedo dar un paso más.
  • Muchas veces, lo que nos perturba es el juicio que tenemos sobre esa situación; nos cuestionamos el cómo puede ser que todavía nos duela si ya lo “resolvimos”. Y no avanzamos por eso.
  • La voluntad de resolverlo es fundamental, pero a veces sólo intentamos evitar el dolor y no darle una resolución definitiva a eso que nos duele.

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