¿Has escuchado hablar de la modernidad líquida? Es un concepto que tiene que ver con el constante cambio, donde eso transitorio del cambio no lo asumimos, sino que hace que nos detengamos y terminemos huyendo de ese cambio. Es como si nos encontrásemos frente a algo -o alguien- y nos quedemos sólo con lo que creemos que es útil, y lo que no, lo desechamos para no comprometernos.

Resulta que mientras más entramos en esta dinámica de lo “descartable”, más nos alejamos del equilibrio, de estar contentos y en paz. Esto se ha incrementado en las últimas dos décadas en todos los niveles, y por supuesto, afecta nuestras relaciones de pareja.

¿De qué forma? Bueno, por un lado dejamos que las parejas sucedan, es decir, asumimos como natural el estar con alguien, pero cuando estamos frente a un conflicto, entonces creemos que es porque ya no tenemos que estar juntos y nos vamos.

La realidad es que tanto las relaciones de pareja, como con la familia, padres, hijos… se construyen, y en esa construcción necesitan paciencia, que cedamos, comprensión de ambas partes, y desarrollar a diario la tarea del amor con la consciencia que amerita.

¿Qué hacer para que mi relación de pareja funcione?

El amor es una tarea cotidiana, no ocurre solo una vez o cada cierto tiempo. Una pareja consciente requiere que ambas partes trabajen entre sí. ¿Pero cómo podemos empezar a trabajar para desarrollar esta conciencia?

  • Ambos deben comprometerse a practicar la tarea del amor, que si no lo hacen los dos, al menos lo hace alguno de los dos, y de esta manera, vamos dejando de ser víctima de la relación.
  • Seamos amorosos. Cuando somos amorosos, naturalmente, hasta el más odioso termina cayendo en el lenguaje del amor.
  • Seamos compasivos con nosotros mismos.
  • Hagamos que siempre prevalezca la voluntad de amarnos, eso hará que vayamos soltando los rasgos más egoístas que habitan en nosotros.

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