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Los límites de la convivencia familiar

Pregunta:

Estoy felizmente casada desde hace 22 años y jamás compartí mi vida con nadie; solo mi esposo, mis perros y yo. No tuve hijos por una enfermedad crónica. Pero ahora, por diversas circunstancias, mis suegros viven con nosotros. Son mayores y con muchas costumbres que no comparto. Sé que debería tenerles paciencia, pero no la tengo, y a veces siento que se quieren apropiar de mi casa. Eso me molesta, como también me molesta que manipulen emocionalmente a mi marido. Te pido por favor que me orientes en cómo llevar esta relación.
Luisa

Respuesta:

Querida Luisa,
Los padres no pertenecen a nuestro círculo inmediato cuando ese espacio lo construimos en pareja. Eso no significa que no puedan integrarse en un determinado momento. Claro que pueden convivir con ustedes, pero entendiendo que son invitados, y que deben existir unas reglas de juego claras. Esto puede ser difícil de entender para ellos. Creen que, porque son mayores, siempre tienen o deben tener la autoridad, y no es así. Ellos han tenido autoridad en su espacio, pero ahora los dueños de casa son tu esposo y tú.
Quien está en mayor posibilidad de ofrecer una solución es tu esposo, porque es el más cercano a ellos, es su hijo. Mi recomendación es que te sientes a conversar con él y le digas claramente cómo te sientes, que lo sepa no por tu cara o tu actitud, sino con la verdad de tus palabras. Que entienda que lo que sientes no significa estar en contra de sus padres, sino a favor de tu familia, de tu espacio, de lo que han creado juntos. Acordar unas reglas claras y posibles, por ejemplo, sobre qué espacios son comunes y cuáles íntimos, y también establecer algún tipo de regla de comunicación, para poder expresar lo que cada uno va sintiendo.
Siempre digo que los latinoamericanos tenemos dificultad para usar los “si” y los “no” adecuadamente. Para decir si o no, decimos mil cosas, pero a veces hay que usar simplemente esas palabras.
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