La fuerza de nuestras elecciones

Elegir no es lo mismo que decidir. La elección, digamos, está más intervenida por lo espiritual, mientras que en las decisiones el mayor peso lo tiene lo mental, la razón.

En la medida en la que hacemos trabajo espiritual nuestras elecciones se van afinando para estar alineadas con una consciencia superior.Entonces, nuestro libre albedrío comienza a operar desde esa consciencia permitiéndonos ver, entre todas las posibilidades, la más elevada (“lo mejor”).

El acto de elegir ver “lo mejor” podemos definirlo como bendición. Cuando se incorpora la bendición como una actitud de vida es una de las acciones conscientes que nos facilitan el proceso de la aceptación porque siempre nos quedaremos con lo mejor, permitiendo que todo fluya.

Lo que elijo me define

Así como podemos elegir vivir con una actitud que privilegie el enfoque en lo más elevado también podemos quedarnos “enganchados” con aquello que rechazamos. Esto ocurre porque todas las elecciones vienen acompañadas por la fuerza de nuestra energía y hacia donde canalizamos la atención eso se potencia.

Si, por ejemplo, estamos en permanente oposición a algo, toda nuestra energía se canaliza hacia eso que rechazamos, generamos resistencia y multiplicamos más de lo mismo. Por eso, para poder desvincularnos de lo que no nos gusta hay que desplazar nuestra atención a lo que sí resuena con nosotros. Cuando hacemos este movimiento la energía de contracción se libera y la aceptación viene por añadidura.

El apego como refugio de bucles mentales o emocionales

El apego es ese lugar del afuera al que vamos a buscar “sentir” algo sin necesidad de cuestionarnos. Usamos personas, cosas o situaciones que refuercen algún pensamiento o emoción del que no queremos desprendernos.

En este sentido, el apego es lo opuesto a la aceptación. Aceptar implica soltar, liberar. El apego encierra, bloquea, sostiene.

El primer paso para trascender el apego es ser capaces de determinar qué lo representa. Solo con esto en perspectiva es posible romper con la necesidad o deseo de crear esa experiencia (mental o emocional) a la que nos hemos aferrado.

Principios y finales: son inevitables

Los principios y los finales son procesos que no siempre podemos elegir: no podemos ni evitar algunos finales ni elegir todos los principios. En estos casos, sólo podemos elegir cómo vivirlos.

Ahora bien, para poder abrirle la puerta a un principio es necesario concluir. No concluimos cuando seguimos pensando en “eso”, atándonos a lo que terminó con pensamientos y emociones.

Para que cosas nuevas pasen en nuestras vidas tenemos que concluir y aquí la aceptación juega un papel central. Si no aceptamos no hay una conclusión real: hay final pero no conclusión. La aceptación es lo que nos ayudará a superar la resistencia de la energía de lo que queremos seguir sosteniendo aunque ya no nos haya pedido soltarla.

¿Quieres saber un poco más?

Sé que mucho de lo que aquí has leído puede parecerte denso, por eso te propongo que revises estos contenidos para que te ayudes en caso de que sientas que requieres orientación adicional.

1. Las decisiones y la importancia de las decisiones del alma
2. Cómo tratar nuestros pensamientos para que no se opongan a nuestra alma
3. Resumen: El Camino del Equilibrio