Errar es humano. Y no sólo eso, a veces es necesario. No es la mejor manera de aprender, pero en este mundo de dualidades, equivocarnos acelera los aprendizajes, nos enseña a valorar, a tomar nuevas decisiones y a “darnos cuenta”. Esto, claro, si estamos dispuestos a que así sea. No es el error lo que nos permite acercarnos a la sabiduría, sino el estar dispuestos a ver el regalo que nos trae.  
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